Lo suyo, al igual que su hermano, siempre fue la velocidad. Y ese día había que ganar sí o sí, se lo había prometido a sí mismo. Así que apenas la ovalada le cayó en las manos, se lanzó a la carrera. Arrancó detrás de mitad de cancha y fue dejando "verdinegros" en el camino hasta que cruzó la línea y se dejó caer en el césped, concretando el milagro que necesitaba Los Tarcos para remontar un partido que ya estaba perdido. Muchos no lo sabían, pero ese vuelo al try que convirtió la derrota en victoria era el beso de despedida de Ezequiel Cortés a la piel "roja" que viste desde que era chico.
"Salió la posibilidad de hacer un curso en Buenos Aires para especializarme en lo que estudio, Higiene y Seguridad", cuenta Ezequiel. Por supuesto, en ningún momento cruzó por su cabeza largar el rugby, así que ya le apuntó nada menos que al SIC, donde hace poco recaló otro tucumano, Antonio Ahualli.
"Pasa que tengo un par de amigos en ese club", explica el centro, plenamente consciente de que en semejante entidad tendrá que pelearla desde muy atrás. "Quiero jugar, no me importa en qué división. Aunque no sé si podré, porque creo que un jugador no puede aparecer en dos torneos simultáneos. Si no me dejan, igual me mataré entrenando", planta bandera "Quezel" -como lo llaman- muy sereno pese a estar caminando hacia lo desconocido.
"No lo dudé. Como lo veo, si no lo hago ahora, no lo hago más. Más adelante seguramente tendré otras responsabilidades y se va a complicar. Lo que sí, allá no tengo a nadie. Voy a estar solo. No es lo mismo estar con tu familia y tus amigos de toda la vida que con gente que recién conocés. Pero eso también forma parte de la experiencia", reconoce.
En principio, serían sólo cinco meses, pero todo el mundo sabe que la universalidad de Dios tiene sus oficinas en Buenos Aires. "Y... si las cosas salen bien y consigo algo estable, me quedo", avisa "Eze", aunque admite que le costará mucho separarse de su club y de su hermano Agustín, al que su condición de gemelo lo unió desde el vientre. "Es una de las cosas que más me duele: que no volveré a jugar con él quién sabe por cuánto tiempo". De todos modos, como una última jugarreta, ambos se dejaron el bigote. "El año pasado se lo propuse y no quiso. Pero como era mi último partido, nos pusimos de acuerdo, era parte del circo", revela. Tal vez vuelva pronto, tal vez no. Pero se va con la satisfacción de dejar al "rojo" a dos puntos de la cima con una inspiración de último momento.
Alegría y tristeza
Agustín Cortés
Su hermano gemelo
Se siente un poco de todo. Por un lado alegría, porque sé que se va a seguir haciendo lo que le gusta y a especializarse en lo que eligió. Pero también triste porque se va, y nosotros siempre estuvimos juntos, desde la panza. Aunque si lo mejor para él es quedarse allá, que así sea. Aunque se muestre tranquilo, yo sé que le cuesta mucho irse. El club es todo para nosotros, jugamos ahí desde que teníamos cinco años y es donde tenemos a nuestros amigos. Además será la primera vez que nos separamos por tanto tiempo. Pero acá, allá o en donde sea, yo lo voy a apoyar siempre.